lunes, 31 de marzo de 2008

Reproducción de Artículo "VUELTA EN U" sobre el TIBET

Artículo tomado de www.vueltaenu.co.cr

Tí­bet a través del tiempo



En el techo del mundo no siempre se ha respirado la paz que caracteriza a la cultura tibetana. A lo largo de los siglos, muchos pueblos han tenido conflictos con los tibetanos y en la actualidad esa paz parece que sólo se encuentra en los libros o las pelí­culas.


Los monjes budistas
son parte fundamental del funcionamiento del Tí­bet como sociedad. Son uno de sus signos más visibles y reconocidos.

Adrián Fallas
afallas@vueltaenu.co.crEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesitas tener Javascript activado para poder verla

De nuevo el Tí­bet está en boca de todos. Nuevamente la lucha de sus habitantes por independizarse de China acapara los titulares alrededor del mundo.

Protestas de monjes y de civiles, paí­ses presionando por una solución y los juegos olí­mpicos de agosto en peligro de ser boicoteados son sólo algunos de los ingredientes de esta crisis.

Para muchos, la sola mención del Tí­bet trae recuerdos idí­licos de un paí­s pací­fico subyugado por una potencia beligerante que atropella la soberaní­a del otro.

Pero en la vida real las cosas nunca son tan simples y no se llega a un punto de inflexión como este sólo por arte de magia.

Detrás de cada tibetano luchando por la paz y detrás de cada chino tratando de restablecer el orden hay siglos de historia, guerras, tratados y potencias extranjeras en busca de un beneficio en este montañoso territorio .

Un pueblo de paz

Se supone que los primeros habitantes del Tí­bet aparecieron 10.000 años A. C.

Al ser tribus nómadas su papel en la historia es casi nulo hasta hace unos 2.300 años, cuando aparece el rey Nyakhri Tsampo, que instaura una dinastí­a militar entre los reinos de China, India, Nepal, Birmania y Bután.

Esta dinastí­a se perpetuó en el poder por medio de 30 reyes y en su máximo apogeo expandió sus fronteras hasta entrar en China y tomar Chang’an (Xi’an) en el año 763.

Durante varios siglos, el pueblo que se convertirí­a, eventualmente en el sinónimo de paz, guerreó con sus vecinos por el control de la zona.

En el año 1240, los tibetanos fueron invadidos por el lí­der mongol Güyük Khan y, aunque suene increí­ble, fue gracias a la influencia mongol que los lamas tomaron poco a poco el poder del estado mongol y transforma ron su naturaleza.

Monjes al poder

El cambio de un pueblo combativo, liderado por señores de la guerra, a una sociedad pací­fica, liderada por monjes, no ocurrió del dí­a a la noche.

Un discí­pulo de Je Tsongkhapa, Gendun Drupa, fue quien encabezó una nueva escuela religiosa asociada al budismo.

Tras la muerte de Gendun, un niño fue reconocido como su reencarnación. Cuando éste murió se volvió a encontrar su reencarnación; el niño fue llamado Sínam Gyatso. En 1573 visitó Mongolia y el emperador Alta Khan le dio el tí­tulo de Dalai (“maestro tan extenso como el océano”).

En el siglo XVII, el quinto Dalai Lama (Lobsang Gyatso el Grande) fue proclamado rey del Tí­bet .

En medio de crecientes presiones de parte de los paí­ses vecinos y algunos extranjeros, los lamas siguieron reinando en el techo del mundo.

El décimo tercer Dalai Lama, Thubten Gyatso (1876-1933) inició la modernización del Tí­bet. Este proceso se llevaba a cabo en medio de presiones de China y el Imperio Británico, interesado en mantener abierta la ruta comercial a través de la India.

Para esto un contingente militar británico, al mando del Coronel Francis Younghusband, invadió el Tí­bet en 1904, lo que provocó la huida de Gyatso a Mongolia.

Los británicos aprovecharon la oportunidad para imponer un representante comercial en el paí­s y firmar un tratado bilateral en 1906 con China, mediante el cual se reconoció la soberaní­a china sobre el Tí­bet.

El XIV Dalai Lama, Tenzin Gyatso, nació en Amdo, cerca de China, en 1935 y dos años más tarde fue reconocido como la reencarnación del decimotercer Dalai Lama del Tí­bet.

Luego de que China invadiera el territorio tibetano, en 1950, Gyatzo asume el poder de su paí­s un 17 de noviembre de 1950, con solamente dieciséis años de edad.

En 1959, una sublevación tibetana financiada por la CIA fue aplastada por las fuerzas militares chinas y esto obligó a Gyatso a huir de su palacio hacia la India.

A pesar de que muchos paí­ses han pedido a China moderar su posición con respecto al Tí­bet, ninguno ha reconocido la soberaní­a del paí­s.

El Dalai Lama ha cambiado su discurso de uno de independencia a uno de autonomí­a religiosa y cultural para el Tí­bet por parte del gobierno chino, causando el descontento entre algunos de sus seguidores en el exilio.

La soberaní­a del Tí­bet como nación no ha sido reconocida oficialmente por ningún paí­s del mundo

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