lunes, 2 de junio de 2008

Jóvenes, velas que mueven el barco con los nuevos vientos de cambio.

Óscar Alfaro 

Con toda razón los jóvenes se molestan cuando oyen de los adultos la trillada frase "Los jóvenes son el futuro". Comparto este sentimiento de molestia pues es generar una segregación odiosa. Son ellos la fuerza espiritual, moral y física de nuestra sociedad.

Esto se demostró con el proyecto Costa Rica Joven, en donde las empresas premiaron a un grupo de adolescentes por sus investigaciones e inventos. El programa es parte de una alianza público y privada que reúne al Ministerio de Educación, con el apoyo de la Fundación Mesoamérica y la Fundación Avina. Costa Rica joven se inicio hace tres años y vincula el trabajo en las aulas con las necesidades de las comunidades aledañas a los centros educativos. Los estudiantes desarrollan proyectos novedosos y útiles en las 30 horas de servicio comunal que deben hacer al cursar el penúltimo año de secundaria.

Estos muchachos investigaron cuáles eran las necesidades de su comunidad. Participaron en un plan piloto. Consistió en enseñar a leer y escribir a los adultos mayores de Sarapiquí. Otros desarrollaron una estrategia para manejar los desechos sólidos en el cantón de Garabito, también un proyecto para crear un vivero de plantas medicinales en Heredia. El liceo de Bijagua hizo una campaña para conservar el corredor biológico Tenorio-Miravalles. Con tales iniciativas estos estudiantes recibieron premios por mil dólares por cada proyecto. Lo importante de esto es su demostración de poder ser rebeldes con causa, envidiable ímpetu de juventud y deseos de generar espacios en diferentes sectores como agentes de cambio.

La semana anterior, nuestro país tuvo el honor de ser sede del lanzamiento de la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes. Con este instrumento jurídico se reconoce a los muchachos y muchachas como sujetos de derecho y actores estratégicos del desarrollo nacional. Pero para hacer efectiva esta convención debemos erradicar una serie de mitos y prejuicios en nuestra sociedad y así verdaderamente poner en práctica políticas de promoción. Se tiene la idea que los muchachos son criaturas irracionales y viven en el desenfreno de la inexperiencia, esto definitivamente no es cierto.

Mucho de esta situación se debe a factores como el temor a la libertad de expresarse, a su creatividad, a participar en la toma de decisiones en un mundo en donde sólo pretendemos que asistan a los colegios y universidades para que los atiborren de materia y ojala de memoria. Tenemos la obligación no sólo de permitir su expresión, sino especialmente, incorporarlos de manera real y efectiva a la toma de decisiones, a asumir responsabilidades ciertas y tangibles, demostrar entonces su sobrada capacidad para desarrollar proyectos que ayuden a resolver problemas de su comunidad como lo hicieron esos muchachos del programa Costa Rica Joven. Allí nos han enseñado su alma de lucha, nobleza, lealtad y solidaridad con sus semejantes, no son rebeldes sin causa, pues sí tienen causa y lo han demostrado cuando luchan por eliminar las desigualdades, las injusticias, el dogmatismo y la esperanza de que los hombres evolucionaremos moral y éticamente.

Apostamos a la pronta aplicación de esta visionaria convención, así se acallen los gritos de libertad como la paz acalla los cañones, que sus actuaciones tengan un sitio donde sean protagonistas y no se queden refugiados en sus mentes. A desterrar los viejos esquemas de negación de espacios para la juventud, es tiempo para ellos, son las velas que mueven el barco con los nuevos vientos de cambio.

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